Presentación

Blog dedicado a recuperar la obra de Darío Lemos, dado el olvido histórico por parte de los antologistas del nadaísmo. Actualmente se prepara la publicación de una antología con la obra poética de Darío Lemos, Poeta Maldito.

martes, 8 de octubre de 2013

El ahogado en la memoria

Boris, amarillo mío,
caballito para montar huyendo de los calabozos,
ven porque han tomado mi alma los jueces para cubrirse del sol
y el verano en esta cárcel rasca las vísceras;
y aunque salgo de la celda en las mañanas encontrando que la luz no ha terminado para el hombre,
revuelco mis costados en fricción con costillas de otras cicatrices;
los pequeños carros donde llevan la sopa para tres mil digestiones
trituraron los dedos de mis pies,
estoy caminando en la cabeza,
soy el ciego que no tiene brazos.
Hoy me deslumbra la alegría cuando pienso que tienes cinco años
y no puedes comprender cómo tengo la mierda hundida hasta los ojos.
Y sin embargo miro el cielo y las palomas volando en el huevo dorado de verano sobre la capilla
como hojas blancas que se escapan del sumario
que lanzará, hijo mío, mis cosas a la luz,
a tu lado,
y los domingos nuevamente iremos a ese parque del concierto
donde las palomas son distintas a estas palomas de la cárcel.
(Mi barba creció, muñequito amarillo, y estoy muy parecido a Dios).
Todo el día acarician mi cuerpo los guardias requisando
y en cada bolsillo sólo encuentran pedazos del alma
y el recuerdo que tenía de ti, hijo, antes de tu nacimiento.
Siento miedo cuando la celda está oscura
y a través de la reja observo la ciudad abajo donde existe aire
y el hombre no se asfixia.
Olvidado tu rostro no puedo dibujarte en la memoria.
Sólo sé que tu boca es mi boca,
tus cosas son mis cosas cuando yo era un nene que azotaban,
y el mar que hay en tus ojos gredosos es el mar que siempre he llevado como sal que se queda en las axilas.
En la noche, hijo, los prisioneros cantan y sus cicatrices brillan,
como estrellas largas que perdieron su control en el espacio.
Acostado está el ciego que imagina que esto es un campo de flores,
sólo escucha el gemido de los hombres que agonizan en los calabozos.
Niño de carne de mamoncillo y mamey perfumado
sálvame porque estoy en la tierra y no tengo alas;
ábreme las esposas que necesito fumar con las dos manos.
Alimenta tu cuerpo tibio de helicóptero que gira eternamente
para que la leche y las legumbres suban a esta montaña donde queda la cárcel
y fortalezcan mi cuerpo de aguja.
El tiempo se quedó atravesado en el verano
donde los minutos han sentado sus nalguitas minuteras.
Hace un siglo que no escucho hijo tus cuentos rojos y tristes,
negros y felices.
He muerto mil veces ahogado en la memoria,
la época de los escarpines y los escorpiones,
los primeros sonidos de muñeco que levanta el pecho,
tus deditos sabios como pájaros pequeños sobre la baldosa,
el olor a lana que dejaste en la litera de ese tren que terminó en el mar
para que tus cosas se purificaran y tus ojos se abrieran como campos de golf.
Bajo el musculoso bosque de bocas que mastican sin dientes
camino en las manos que antes limpiaban tu ombliguito hongo,
y en la soledad de la cárcel a veces soy feliz.
En mi celda hay un hombre sin brazos que estalló una bomba
y un ciego que estaba introduciendo su mano en un bolsillo;
pero sus espíritus gigantes subliman la carne ya perdida.
Yo tengo brazos para orinar tranquilamente
pero mi espíritu está extraviado en una selva muy oscura del África.
Mi hijo está vivo como Dios olvidado.

jueves, 3 de octubre de 2013

Stop

Llegué al mar. Mi salud es negra.
Mañana posiblemente estaré muerto.
Los pescadores sufren por mí.
¡Son ángeles de mar!
Mi hijo está muy lejos, y ella...
Mañana posiblemente.

¡Aleluya!

¡Aleluya!
Voy hacia el mar.
El tren me mueve y no puedo escribir.
Pero ALELUYA.
Que mis amigos permanezcan en la ciudad.
Ya salí. Es lo importante.
48 horas en este tren.
Ya hablaremos.
No puedo escribir.

Sepulcros pulcros

Cuando tenía 4 años me picaron las hormigas
bajo un árbol maduro de mandarinas fértiles,
pero todavía no teníamos este desastroso cielo azul.
Alma ¿qué hacemos, si no somos piedras para rodar bajando la montaña?
Permaneceremos, alma, pisados por las mismas ambulancias,
esos gritos de los hombres sólo terminarán cuando sean colocados de pie en los sepulcros pulcros,
y si alguien queda llorando en la tierra el viaje de ese bienamado
que utilice el agua de esas lágrimas para refrescar los prados nomeolvides.
No es que yo quiera continuar viviendo,
sino que hoy amaneció un enano brillante a mi lado, disolviéndome.
¿A qué ciudad podría viajar para verdaderamente estar lejos?
La piel no se aleja de la piel,
y la piel del espíritu es lo que respira.
Ahogado el espíritu
comienza la segunda vida.
Esa vida que dejamos en los pequeños bolsillitos de pana donde sólo cabe un dedo.

La muerte deja el cigarrillo

28 años esperando viajar a otro mundo
parecido a este pequeño pocillo de azúcar.
Amo a los hombres, pero sus maneras
me obligaron a sentarme en una silla de ruedas.
Sólo se está limpio verdaderamente
cuando la conciencia ha cambiado de esponja
y no existe cirugía plástica para lacar el alma.
Es cierto que nací para esta época,
pero no puedo vivir con mi queridos héroes.
Voy a viajar muy lejos
                              aunque mi cuerpo permanezca aquí.



II

Cuando salgo con mi hijo lleno
sus manos de flores amarillas
pero él prefiere un tanquecito
de guerra.



III

No puedo estar en la tierra.
No puedo viajar hasta el cielo.
No puedo nadar bajo el agua.
Pero el suicidio es dejar las cosas adorables.
Y no se fuma más.

Hablando como el viento

Espuma,
eras una niña que asomaba la cabeza por la ventana del auto.
Tu cabeza conocía el viento.
Yo siempre miré las cosas que estaban sobre la tierra como polvo de pantano;
frailes españoles y golpes fuertes en las nalgas con un garrote español,
y basta decir que como niño yo no era más que un pequeño pino
sembrado con mano izquierda.

Estoy hablando como el viento para que solo las voces horribles sean de tu conocimiento.
¡Pero soy un enano! ¡Pero soy un gigante!
Y frecuentemente gritábamos,
aunque difícilmente exista cálculo de voz para algún eco.
Es sencillo,
                   y para comprenderlo,
                                                     tuve que venir a la
                                                     niebla.

Mudanza

Si mueres antes de que mi cuerpo termine,
espérame que no soportaría quedarme sin tus cosas.
Yo me voy pero recuerda mi rostro, nariz y ojos.
Ven y saluda a tu padre desde cualquier nube.
Creo que viviré en desierto o montañita
para toda la vida.

miércoles, 2 de octubre de 2013

Rey del infierno

Yo no salgo a la calle cuando hay luz.
Quiero solamente mi luminosidad.
                Aquí
Como las tortugas duermo.
Soy mi templo.
Me elevo como un globo.
Tengo un gusto propio y el cabello que no quiero peinar.
Estos son los muros donde se pudren mis ojos,
se agrietan las costillas,
reboto como un balón
y voy perdiendo la vida,
desviviendo,
flagelándome.
Pero soy el dueño de mi infierno.
El rey de mi reino.
Aunque todas esas culebras suban a lamer la úlcera,
la gangrena también es sólo mía.
En estas murallas se cae mi piel
todas las flores me colorean
              y son negras

Los cantares del cantor

Tu cabello es morado como los mortiños.
Tu frente es verde como una lisa pizarra negra.
Tus cejas arqueadas son como una pelota lanzada por Pelé.
Párpados azules y pequeños para cerrar y abrir los ojos lentamente amarillos.
Nariz de pavo más real sin luz, pero mirando siempre las cuchillas.
Boca de vaca blanca y dientes de leche.
Cuello de árbol.
Cuerpo rojo.
La piel organiza tu territorio selvático.
Yo para vivir en la tierra conocí una niña
y estuve con ella 8 años bajo el cielo
que ya se acostumbraba a nuestra furia.
Hoy,
        ya,
              somos,
                          tres.
El vientre de la niña padecía como un globo que se infla
        para lanzarlo al aire.
Pero Boris salió por su vulvita oscura.
ya no podré viajar a Pakistán personalmente
pero que no ruede la salchicha más.
Es mejor quedarse sentado sobre el Sol
recibiendo energías por el recto,
y que por fin sean alas nuestros miembros.
La vida es un papagayo bebiendo maracuyá caliente
en un vaso donde sirvieron una nube y no hielo.
Nuestro vaso etéreo.

De la Estancia Primera

Mi alma no soporta los lugares.
El paisaje es bello,
pero una cortina interna me ciega
y hace mi piel mil veces más pesada.
He aquí que respiro sólo humo
y a veces quisiera matar esa señora.
¿Seré yo el hundido de mi generación,
el que no mentirá por obtener el oro?

¡Ah! yo mentiría por el oro
para poder regresar
y ver el paisaje
y quedarme dormido
sobre esos dos cuerpos.
¡Soledad, refréscame!